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Primavera '04 última setmana
Espai disponible. Contingut de la exclusiva responsabilitat dels autors. Qualsevol comentari o informació complementària que es vulgui fer pública pot dirigir-se al professor de la assignatura.

Un treball de:
  • Nuria Ribera
  • Carlos Muñoz
  • Belen Torres
  • Carlos Rocha

METRÓPOLIS

    Como algo caótico ininteligible, lo incomprensible.

    Grobstadt-metrópolis valor de cambio, cantidad, no belleza: lo sublime aparece en aquello que no tiene forma.

    Frente a ciudad pequeña, limitada, con contornos definidos, valor de uso, cualidad, “city beautiful”.


    metrópolis

    <<…el carácter intelectualista de la vida urbana, frente al de la pequeña ciudad que se sitúa más bien en el sentimiento y en las relaciones conforme a la sensibilidad […] Como el hombre, que no acaba donde termina su cuerpo o el área ocupada por su actividad inmediata, también la Metrópolis consiste en una cadena de efectos, un símbolo del dominio sobre una periferia y de una precisa voluntad de de potencia; este hecho podría señalar la máxima extensión alcanzada por la libertad, el máximo poder alcanzado por la libertad individual>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    La Metrópolis es percibida como un entorno hostil, el tipo metropolitano pretende mantener su individualidad atemorizado frente al bombardeo de estímulos, hay un exceso de percepción en la ciudad que no podemos asimilar tranquilamente.

    <<El tipo habitante de la metrópoli de sarrolla un proceso de protección, reacciona con el intelecto en vez de con el corazón, el órgano más periferico>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    La metrópolis supone una intensificación de la vida nerviosa basada en la innovación continua, ante una variación rápida e ininterrumpida de las impresiones exteriores, el habitante de la metrópolis reacciona con el intelecto: con una intensificación de la conciencia. Crea un mecanismo de protección ante las amenazas del medio externo, definido por Simmel como una reacción periférica, con frialdad, sin ningún tipo de implicación emocional.

    << Los más profundos problemas de la vida moderna manan de la pretensión del individuo de conservar la autonomía y peculiaridad de su existencia frente a la prepotencia de la sociedad, de lo históricamente heredado, de la cultura externa y de la técnica de la vida [...] Ya se trate de la exigencia del siglo XIX de juntar a la mera libertad la peculiaridad conforme a la división del trabajo del hombre y su realización al particular incomparable indispensable posible, pero que lo hace depender tanto estrechamente complementación por todos los demás… todo esto actúa mismo motivo fundamental: resistencia del individuo a ser nivelado y consumido mecanismo técnico-social>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    Metrópoli es la sede de la economía monetaria, la más desarrollada., donde la multiplicidad y medios de cambio adquieren tanta importancia. Este texto es de 1903, un siglo más tarde esto no ha hecho más que acrecentarse, han extendido el universo metropolitano, el predominio de la economía monetaria en todo el mundo (GLOBALIZACIÓN)

    << EL proceso de espiritualización es el mismo que el de la intensificación de la vida nerviosa la el de en intelecto proceso la vida se que mismo y espiritualización es intensificación nerviosa. La economia monetaria supera el valor de uso, mientras que el intelecto supera el valor de cambio. Intelecto economía monetaria van dan cita metrópolis inseparablemente ligados>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    Según Marx tradicionalmente el intercambio económico iba de la mercancía a la mercancía:

    MERCANCIA -DINERO -MERCANCIA

    se utilizaba el dinero para conseguir otra mercancía.

    Ahora el esquema es:

    DINERO - MERCANCIA - DINERO

    Ahora se venden cosas para conseguir dinero, es lo que preside la economía monetaria. En la metrópolis nadie conoce a nadie, el productor no conoce al comprador: producir para no se sabe quién, para no se sabe qué, no se conoce la totalidad… es la idea del trabajo abstracto de Marx: el anonimato entre productores y consumidores es practicidad, la economía del dinero domina la metrópolis, quedan arrinconados los conceptos de producción doméstica: ya nadie se hace un traje a medida! Esa exactitud que produce la economía del dinero, reducir cualquier cosa a fórmulas matemáticas y tener una actitud calculadora, exactitud también en las relaciones sociales: todo se puede cuantificar. El dinero expresa cualquier diferencia cualitativa entre los objetos en términos de ¿cuánto? como denominador común de los valores.

    <<El dinero sólo pregunta por aquello que les es común a todos los hombres y cosas: por su valor de cambio que nivela toda cualidad y toda peculiaridad sobre la base de la pregunta por el mero cuánto. Todas las relaciones anímicas entre personas se fundamentan en la individualidad, mientras que las relaciones conforme al entendimiento se calculan con los hombres como números, como por elementos en sí indiferentes>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    Metrópolis es el problema de racionalización y de los procesos de producción que se extiende al resto de la vida y las relaciones sociales en su conjunto: a esa fase la llamamos metrópolis, a la extensión de la racionalización Es entonces cuando aparece la paradoja de la metrópolis: pese a la racionalización de las condiciones de vida de sus habitantes, la metrópolis se nos aparece como un caos frente al que no sabemos como reaccionar. El hombre metropolitano es un individuo de una frialdad calculadora, tiene que controlar su interacción social -como el actor que interpreta su personaje- porque de su representación depende el equilibrio de su economía emocional, su funcionalidad social y la preservación de su identidad. Esto es el reflejo de la economía monetaria triunfante en la metrópolis: el dinero equilibra la diversidad de las cosas expresando sólo las diferencias cuantitativas entre ellas, hay una indiferencia del intelecto hacia la calidad de las cosas:

    <<Todas las cosas nadan con el mismo peso específico en la constante corriente de la economía monetaria>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    El tipo blasé es aquel que está por encima de las miserias, una persona distante, encerrada en si misma, que no se quiere implicar con lo que le rodea, quiere una vida que sólo persigue el placer: falta de reacción de los nervios: insensibilidad ante cualquier percepción. Blasé es la actitud que resulta de estimulaciones nerviosas en rápido movimiento. El hombre moderno de las metrópolis industriales se define como personalidad sin carácter, como un yo vacío, la pura sustancia cerebral, una reproducción del yo como un simulacro social. Existe una relación entre el eclecticismo y la actitud blasé: en ambos casos al individuo todas las cosas se le aparecen sobre un fondo gris uniforme, en el que ningún objeto merece ser preferido a otro. Las cosas mismas son percibidas como no esenciales, sin atributos:

    <<La significación y el valor de las cosas aparecen como nulas, en una coloración uniformemente opacas sin presentar ningún valor para preferidas frente a otras>> (Georg Simmel, “Las grandes urbes y la vida del espíritu”, 1903)

    La percepción del tiempo cambia de la ciudad a la metrópolis: antes se oía el tiempo en el campanario de la iglesia, en la metrópolis aparece la necesidad de sincronización: con la aparición de los trenes empieza el uso del reloj de bolsillo: la normalización del tiempo, la sincronización de la vida. Más tarde lo hará el reloj analógico, reforzando todavía más la idea de que todo es cuantificable. No hay una relación de continuidad en la hora en la apariencia física del reloj como con las agujas girando en la esfera, sino sólo números consecutivos, un instante es sustituido por el siguiente sucesivamente.

    Félix de Azúa habla de la metrópolis como otra manera de nombrar a la modernidad. Es el corazón de la dominación técnica, el predominio de la técnica sobre toda la realidad (similar a Simmel: preponderancia de la economía monetaria). Según Azúa todo el arte de vanguardia del siglo XX se basa en estrategias imitativas de la metrópolis, por eso en todo el arte de vanguardia subyace la paradoja metropolitana: es percibido como un caos a pesar de su extrema racionalización, es algo incomprensible, ininteligible. El arte de vanguardia queriendo reproducir la metrópolis pretende ser evidente aunque absolutamente indescifrable.

    Baudelaire está considerado como uno de los promotores de la idea de modernidad. Pero, ¿qué es la modernidad? , se trata de una cuestión ampliamente tratada y de difícil definición.

    La modernidad puede entenderse como el inicio de lo que más tarde se llamarían “vanguardias”. O también como el fin de una era, la del pensamiento ilustrado y romántico. Otros la consideran un mero prólogo de lo realmente interesante: la posmodernidad y la muerte del arte. Sea como sea, lo que está claro es que la figura de Baudelaire es un elemento imprescindible para analizar la idea y la teoría de lo moderno. La descripción de la modernidad en Baudelaire coincide a grosso modo con la de Nietzsche. El artista de la modernidad es comparable al superhombre. Éste habita en la metrópolis, que no es más que el resultado de la voluntad de poder humana. Este ideal se puede relacionar con el análisis que hace Máximo Cacciari en relación con el habitante de la metrópolis:

    <<La vida espiritual es propia de la metrópolis. La metrópolis refleja la vida del Espíritu, es decir: la razón plenamente desarrollada. Cuando el Geist (espíritu) sale de las simples y directas relaciones de producción crea Metrópolis y no ya ciudad. En la metrópolis debe residir el Espíritu y no el individuo>> (M. Cacciari, “Dialéctica de lo negativo en las épocas de la metrópoli”)

    La naturaleza que había sido fundamento y fuente de inspiración de la producción artística es sustituida por una nueva naturaleza que apuesta por el instante como forma del tiempo y la muchedumbre como forma de espacio. El artista moderno solamente puede imitar esta realidad porque él mismo es producto de esta realidad. Se pierde, de este modo, el concepto de trascendencia que tanto había marcado el arte del clasicismo y el romanticismo. A diferencia del burgo, ciudad amurallada y que se proyecta sobre si misma, con interioridad, la metrópolis carece de murallas. Ya no se ubica en ningún emplazamiento puntual, sino que se extiende como una malla infinita por todas partes, la idea romántica de la ciudad desaparece, ésta ya no puede ser bella sino sublime. Metrópolis no es un concepto geográfico, sino histórico, es una condición del mundo, de la sociedad en su conjunto, no una condición de un determinado lugar. Antes estaba muy claro la diferencia entre ciudad y lo que no es ciudad. Las murallas encerraban la capital: los límites eran obvios. Con la desaparición de las murallas se produce la explosión de la ciudad y los límites se vuelven difusos y ya no son tan evidentes.


    barcelona

    En este espacio indeterminado la muchedumbre vive amoralmente. Algunos superhombres, los que pueden, cultivan su poder a la vista de todos. Se puede establecer un símil entre este sistema y el del campo de concentración utilizado por los fascismos de ultraderecha. La enorme visibilidad de las metrópolis, en las que nada escapa al ojo técnico y a su exhibición para las masas, provoca un campo de oscuridad entorno a ellas. En este escenario la vida humana es posible, pero tan solo eso, con las limitaciones que eso conlleva. Rimbaud escribió:

    <<Soy un efímero y no excesivamente disgustado ciudadano de una metrópolis tenida por moderna porque todo gusto conocido ha sido evitado en los aposentos y fachadas de los inmuebles así como en el propio plan urbano. Aquí nadie podría señalar las huellas de ningún monumento elevado por la superstición. La moral y la lengua han quedado por fin reducidas a su más simple expresión […] Desde mi ventana veo nuevos espectros arrastrándose a través de la espesa y eterna humareda de carbón>> (Rimbaud ”Las Iluminaciones” 1873-1875)

    La vanguardia se puede entender como una negación generada por la propia metrópolis. Se trata de dos elementos que dependen el uno del otro respectivamente para su supervivencia. En el periodo clásico y romántico el arte siempre iba unido al concepto de eternidad, era trascendente al tiempo. En la nueva concepción, aparece el presente o instante como elemento fundamental. Baudelaire propone un tiempo diferente, un presente que no viene del pasado ni se dirige a ningún futuro; se trata del instante efímero. Ese instante vacío es el que merece ser representado. Este concepto del instante está íntimamente ligado al de celeridad. Trabajar sobre lo efímero requiere una velocidad que trasforme continuamente el instante, otorgándole un significado sujeto a cambios en él Se puede hallar un símil de esta idea en la pintura impresionista. Los primeros lienzos de Manet provocaron el escándalo al no disimular con pinceladas encubridoras el trazo rápido e intuitivo de las formas representadas. Posteriormente aparecen las formas totalmente inmediatas, al descubierto.

    Únicamente poseen el referente de la subjetividad del artista. Es aquí donde la velocidad de ejecución alcanza su verdad y se materializa, ya que la cuestión no es si se tarda más o menos en pintar algo, sino si se tarda más o menos en concebirlo.

    Los pioneros de la arquitectura moderna coincidían en sus pronósticos negativos sobre la metrópolis (conflictos sociales, desolación material y estética). Taut describió, igual que Kandisky, bellas alegorías apocalípticas con el fin de la metrópolis. Le Corbusier llamó la atención sobre los peligros de un colapso social, psicológico y económico a causa de la evolución caótica y desenfrenada. Gropius definió las metrópolis industriales como infiernos de asfalto y cemento. Fritz Lang y George Kaiser plasmaron las visiones angustiantes de la ciudad moderna. Los expresionistas formulan la conciencia de esta crisis y su necesaria solución artística.


    grosz

    Diferentes reacciones estéticas racionales como síntesis de la producción industrial, las revolucionarias categorías del racionalismo estético se centraron en lo que se llamó la construcción de una nueva realidad, lo que enlaza con la tesis de Worringer: igual que en los pueblos primitivos la tendencia dominante en la metrópolis es la abstracción. En el prólogo de su obra “Abstracción y naturaleza” cuenta su relación silenciosa con Georg Simmel en el museo del Trocadero de Paris :

    << …en las horas que pasé con Simmel en las salas del Trocadero, unido a él por el vínculo de una misma atmósfera que nos envolvía a los dos, me sobrevino con torrencial vehemencia el parto del mundo ideológico, que mas tarde se cristalizaría en mi tesis...>> (W. Worringer ”Abstracción y naturaleza”)

    Tanto la reacción intelectual metropolitana como la abstracción son mecanismos de protección ante un medio externo hostil, no se trata ya de representación sino de construcción de realidad. Ante una variación rápida e interrumpida de las impresiones exteriores, el habitante de la metrópolis reacciona con en intelecto: con una intensificación de la conciencia. Crea un mecanismo de protección ante las amenazas del medio externo.


    fritz lang

    La metrópolis puede ser entendida como una construcción total de la sociedad, desde la organización industrial de las masas a través de la arquitectura y el urbanismo, como una monumental obra de arte o una obra de arte real.

    En los años veinte aparece un movimiento pictórico que nace como reacción al expresionismo. La nueva objetividad o “neue Sachlichkeit rechaza el planteamiento sensorial y subjetivo de corrientes como el futurismo o el expresionismo, para volver a los lenguajes objetivos del realismo. El lenguaje se caracteriza por un talante ácido y caricaturesco un tanto agresivo, pero comprometido con la realidad social del momento. La temática gira entorno a la denuncua social, relatando los aspectos más sórdidos de la realidad: corrupción, deshumnización, miseria, prostitución, etc... Un tema constante en la obra de la Neue Sachlichkeit Consiste en describir escenas de personajes desfigurados entre enormes edificios o ambientes industriales. Se trata de reproducir la angustia del sujeto que se ve enfrentado a los nuevos procesos de masificación de la produccióon, y las consecuencias sociales que estos arrastran.


    metropolis


    metrópolis

    <<cuando Grosz marchó a Estados Unidos y encontró allí un mundo del que no abominaba, perdió su fuerza como artista […] La obra de arte de vanguardia más original la Gran Bretaña del periodo de entreguerras no fue concebida como una obra de arte, sino como una eficaz solución técnica para resolver un problema de información: se trata del plano de la Red de Metro de Londres. Diré de paso que la bancarrota de la vanguardia se demuestra claramente en la inútil adaptación que de este plano ha hecho Simmon Patterson… >> (Eric Hobsbawm “A la Zaga. El Fracaso de las vanguardias del siglo XX”,1992)


    H. C. Beck, Plano de la red del metro de Londres, 1939: la 
        tecnología y el arte al servicio de la comunicación racional


    Simmon Patterson, El gran oso, 1992

    BIBLIOGRAFIA

    _Georg Simmel “El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura” 1903

    _M. Tafuri, M. Cacciari, F. Dal Co “De la vanguardia a la metrópoli. Crítica radical a la arquitectura” (1968-71)

    _Eric Hobsbawm “A la zaga. Decadencia y fracaso de las vanguardias del siglo XX” (1992)

    _W.Worringer ”Abstracción y naturaleza”

    _Félix de Azúa ”Baudelaire y el artista de la vida moderna”