Karl Marx (1859), Contribución a
la crítica de la economía política (trad. esp., Alberto Corazón, Madrid,
1970): “...cada mercancía se manifiesta
bajo el doble aspecto de valor de uso y valor de cambio. (...)
Sea esta mercancía considerada en su valor en uso:
un diamante, por ejemplo. Mirando el diamanteno se aprecia que es una
mercancía. Cuando sirve de valor de uso, estético o mecánico, sobre la garganta
de una dama o en la mano del tallista, es diamante y no mercancía. Parece
necesario que la mercancía sea un valor de uso, pero es indiferente que el
valor de uso sea una mercancía. El valor de uso en esta indiferencia a la
determinación económica formal, es decir, el valor de uso como tal, se halla
fuera de la esfera de investigación de la economía política.
Entra en ella solamente cuando él mismo es
determinación de forma económica. Directamente es la base material con que se
manifiesta una relación determinada: el valor de cambio.
El valor de cambio aparece primeramente como una
relación cuantitativa en la que los valores de uso son intercambiables.(...)
Considerado como valor de cambio, un valor de uso
vale exactamente lo que otro, con tal de que se presente en proporción
conveniente.(...)
Indiferente
a la sustancia particular de los valores de uso, el trabajo, creador del valor
de cambio, es indiferente a la forma particular del trabajo mismo. Los
diferentes valores de uso son, además, los productos de la actividad de
distintos individuos; es decir, el resultado de trabajos que difieren
individualmente. Como valores de cambio, no obstante, representan trabajo
homogéneo no diferenciado; es decir, trabajo en el que está borrada la
individualidad de los trabajadores. El trabajo que crea el valor de cambio es,
pues, trabajo general-abstracto. (...)
Mientras el trabajo, creador de valor de cambio, es
trabajo general-abstracto e igual, el trabajo creador del valor de uso es
trabajo concreto y especial que, en lo que concierne a la forma y a la materia,
se descompone en modos de trabajo infinitamente varios. (...)
Hasta aquí hemos considerado la mercancía desde el
doble punto de vista de valor de uso y de valor de cambio, unilateralmente cada
vez. Pero, como mercancía, es inmediatamente unidad de valor de uso y de valor
de cambio; al mismo tiempo no es mercancía más que en relación con las demás
mercancías. La relación real de unas mercancías con otras es su proceso de
cambio. (...)
La mercancía particular que de este modo representa
la forma adecuada del valor de todas las mercancías, o el valor de cambio de
las mercancías, que aparece como una mercancía particular, exclusiva, es el
dinero. El dinero es una cristalización del valor de cambio de las mercancías,
producido por ellas en el proceso de cambio mismo. (...)
Cuando se le considera más de cerca, el proceso de
la circulación presenta dos formas distintas de ciclos. Si llamamos M a la
mercancía y D al dinero, podemos expresar estas dos formas así:
M-D-M
D-M-D
(...)
El ciclo M-D-M se descompone en el movimiento M-D,
cambio de la mercancía por el dinero o vender; en el movimiento opuesto D-M,
cambio del dinero por la mercancía o comprar; y en la unión de los dos
movimientos M-D-M, cambiar la mercancía por el dinero para cambiar el dinero
por la mercancía, o sea vender para comprar. Como resultado final, en el cual
se extingue el proceso mismo, tenemos M-M, cambio de mercancía por mercancía,
la circulación real de la materia. (...)
El dinero, a diferencia de la moneda, que es el
resultado del proceso de circulación bajo la forma M-D-M, constituye el punto
de partida del proceso de circulación bajo la forma D-M-D, es decir, cambio del
dinero por la mercancía para cambiar mercancía por dinero. En la forma D-M-D el
dinero constituye el punto inicial y final del movimiento. En la primera forma,
el dinero es mediador del cambio de las mercancías, en la última, la mercancía
es la mediadora que hace que el dinero se convierta en dinero. (...)
En la forma M-D-M los dos extremos son mercancías de
idéntico valor, pero al mismo tiempo son valores de uso cualitativamente
diferentes. Su cambio M-M es una permutación real de la materia. En la forma
D-M-D, por el contrario, los dos extremos son oro, y oro de la misma magnitud
de valor. Cambiar oro por mercancía para cambiar la mercancía por oro, o si
consideramos D-D, cambiar oro por oro, parece absurdo. Pero si se traduce D-M-D
por la fórmula: comprar para vender, lo cual significa solamente cambiar oro
por oro, por efecto de un movimiento mediador se reconoce enseguida la forma
dominante de la producción burguesa. (...)
El dinero o la evolución independiente del valor de
cambio no es ya la forma intermedia de la circulación de las mercancías, sino
su resultado final.”