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“El artículo
"Modernismo" (1902) [Valle Inclán] es toda una proclama sobre lo que
sea y no sea modernista. Pese a lo temprano del artículo (de su fecha), el
texto tiene una madurez teorizadora que lo convierte en fundamental para
entender la escuela rubeniana y todo el caso social que el modernismo fue en
España. Alguna pluma ha escrito luego, con insolencia inútil, que a los
modernistas habría que llamarles "prerrafaelistas", que es lo que
son. Y a esa observación contestamos ahora: ¿acaso el prerrafaelismo es otra
cosa que la arqueología del modernismo?”
(Umbral, 1997: 65)













“Por una parte están los
proyectos de Gropius y Adolf Meyer, de Max Taut, Hilberseimer, ya
influenciados por una tan silenciosa como ambigua Neue Sachlichkeit;
por la otra parte están los proyectos de Thilo Schoder, de Walter Fischer,
Gerhard Schroeder, Max Ronneburger, Clemens Holzmeister: es decir, arquitectos
que escogen el camino de un moderado expresionismo. (...)
No es casual que proyectos como los de Fischer, Holzmeister, Birkenholz y
Schoder recojan, de forma más o menos diluída, temáticas goticistas, como
hace Bruno Taut con mayor evidencia e ironía en su estructura piramidal de
nervios de hormigón que convergen en el vértice del edificio.
Pero pueden relegarse a segundo término las diferencias lingüísticas
existentes en estos proyectos. Lo que cuenta es que todos parecen ser una
respuesta al problema planteado, precisamente por Bruno Taut, en su Stadtkrone.
En efecto, se nos muestran, no como estructuras dimensionadas a escala de la
metrópoli americana, sino de la pequeña o mediana ciudad alemana. El tema
real que estos arquitectos se plantean es el del edificio comunitario,
símbolo, expresión y exaltación épica de la anhelada reconciliación del
individuo con la colectividad, a través de la “nueva sacralidad”
introducida por el arte.
Es el tema del primer Adolf Behne, del segundo expresionismo y del Aktivismus
alemanes: la referencia al gótico es coherente con esta búsqueda de nuevas
bases para una “comunidad” éticamente definida, a través de la
arquitectura. (...)
La paradoja de proyectos como los de Bruno Taut o Holzmeister está en haber
escogido un tema exquisitamente metropolitano para expresar una ideología
esencialmente antiurbana. Este es, en efecto, el objetivo de tales
investigaciones: el rascacielos es considerado por ellos como el campanario de
una aldea precapitalista, (...)
“lo que revive en esta concepción es la idea medieval de la construcción
de la catedral. La función de la Catedral, que con su masa domina la imagen
urbana y que es el símbolo de la aspiración a lo metafísico y del
comportamiento espiritual, es adquirida por el rascacielos, su traducción en
téminos modernos, dado que éste representa, de alguna manera, la exaltación
de la idea de trabajo.” (G. Wohler, 1924)
El rascacielos, pues, como “catedral del trabajo”. En los rascacielos
“expresionistas” del concurso de Chicago se puede ver la otra cara de la
ideología de la Siedlung. Se trata de la utopía regresiva del campo
que intenta oponerse a la realidad de la metrópoli. Se trata, todavía, de la
oposición entre Gesellschaft y Gemeinschaft, entre comunidad y sociedad
organizada, que había encontrado en Tönnies un intérprete, a fines del
siglo XIX, extremadamente explícito y concluyente. Respecto a tales
respuestas regresivas, los trabajos de Gropius y Meyer, Max Taut, Hilberseimer
parecen ofrecer soluciones mucho más actuales. (...)
Gropius demuestra alejarse, con el proyecto de la casa Kallenbach, con el
Teatro Municipal de Jena, con el rascacielos de Chicago, del romanticismo
populista y profético que había informado su ideología y su arquitectura en
los años 1917-1921. Y, sin embargo, todavía existe un nexo entre la casa
Sommerfeld y el proyecto para el “Chicago Tribune”. La madera de la
primera -según las declaraciones del mismo Gropius- hace alusión a la Hütte
original, al refugio de la comunidad primitiva: la madera, pues, como
“material del pueblo”. El rascacielos de 1922, por el contrario, considera
llegado el momento en que una comunidad integrada de constructores puede dar
comienzo a la edificación de su “catedral del trabajo”: la imagen tecnológica,
rescatada de su propio potencial semántico, se dirige al “nuevo mundo”,
invitándolo a llevar a cabo las esperanzas del radicalismo europeo. (...)
...desde Gropius a Max Taut y a Hilberseimer, nos encontramos ante una
progresiva anulación de las capacidades comunicativas de la arquitectura. El
proyecto de Hilberseimer, en efecto, que no se publicó en el volumen oficial
del “Chicago Tribune”, parece ser la conclusión lógica del proceso
iniciado en el proyecto de Gropius y seguido en el de Max Taut: el rascacielos
de Hilberseimer queda completamente “libre” de voluntades comunicativas, y
queda reducido, como los proyectos contemporáneos de Mies van der Rohe, a puro
signo. Y acepta hasta el final el “mortal silencio” del puro signo.”
(Tafuri, 1975 ??)

“Incluso la palabra Bauhaus,
que Gropius supo imponer al poco proclive gobierno del estado como título
oficial de la nueva institución, recordaba intencionadamente la Bauhütte
medieval, o loggia de los albañiles [sic, logia masónica]. La
deliberación de tales connotaciones viene confirmada por una carta escrita
por Oskar Schlemmer en 1922: “Originariamente, la Bauhaus fue fundada
con la intención de erigir la catedral del socialismo y los talleres fueron
establecidos a la manera de las logias de constructores de catedrales (Dombauhütten).
La idea de la catedral ha pasado entre tanto a un segundo plano, y con ella
ciertas ideas definidas de una naturaleza artística.””
(Frampton, 1980)
"¡El fin último de
cualquier actividad figurativa es la arquitectura! En otros tiempos, la misión
más excelsa de las artes figurativas era decorar los edificios, y por ello
formaban parte de forma inseparable de la gran arquitectura. En la actualidad
se encuentran en un estado de aislamiento autárquico, del que pueden escapar
solamente mediante una colaboración consciente de todos aquellos que actúan
en este campo. Arquitectos, pintores y escultores han de aprender de nuevo a
conocer y a comprender la compleja forma de la arquitectura, en su totalidad y
en sus partes, con lo cual podrán restituir a sus obras aquel espíritu
arquitectónico que han perdido con el arte de salón.
Los viejos institutos artísticos no están en condiciones de producir esta
unidad, como hubiera sido su deber, porque el arte no se puede enseñar. Se ha
de volver de nuevo a los talleres. este mundo de dibujantes de modelos y de
decoradores, que solamente son capaces de dibujar y de pintar, ha de volver a
ser por fin un mundo de gente que construye. Cuando el joven que siente dentro
de él el amor por las actividades figurativas empieza su carrera, como antes
se hacía, por aprender una actividad artesana, el "artista"
improductivo ya no se ha de ver condenado en el futuro al ejercicio de un arte
imperfecto, porque sus habilidades pueden ser aprovechadas en el campo del
artesanado, en donde podrá realizar obras excelentes.
¡Arquitectos, escultores, pintores, todos hemos de volver al artesanado! No
existe un "arte profesional". No hay ninguna diferencia substancial
entre el aretista y el artesano. El artista es un artesano de un nivel
superior. La gracia del cielo, en los raros momentos de iluminación que
trascienden la voluntad, hace florecer el arte, sin que el artista tenga
conciencia de ello, en la obra que sale de su mano; pero lo que es esencial en
todo artista es la base artesana. Aquí está la primera fuente de la figuración
creativa.
¡Así pues, formemos una nueva corporación de artesanos, pero sin aquella
arrogancia que pretendía erigir un muro infranqueable entre artesanos y
artistas! Aportemos todos nuestra voluntad, nuestra inventiva, nuestra
creatividad en la nueva actividad constructora del futuro, que será todo en
una sola forma: arquitectura y escultura y pintura, y que millares de manos de
artesanos elevarán hacia el cielo como símbolo cristalino de una nueva fe
que está surgiendo."
(Gropius, 1919)
M. Fagiolo, Bauhütte
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